El cacao nos llega en sacos de yute, donde minuciosamente se seleccionan los granos por tamaño y se clasifican según su origen.

Una vez que el grano está tostado, seco y libre de humedad, se procede a sacar la cascarilla que lo recubre, la cual aporta acidez por su proceso de fermentado. Este proceso se llama descascarillado, del cual se obtiene el nib (fruto del cacao) por un lado, y la cáscara por el otro.

Cuando nuestro chocolate está listo es envasado y almacenado en bolsas de 5 kg para ser usado posteriormente en nuestros productos.

El cacao es tostado dependiendo del tamaño y actividad de humedad que contenga el grano. Este es un proceso muy importante, ya que va a definir los aromas y perfil sensorial del chocolate.

Llevamos el nib a nuestra refinadora donde arranca la elaboración del chocolate. La recta que utilizamos define el sabor o el porcentaje de cacao.Las piedras trituran y muelen los nibs por fricción y calor junto al azúcar; esto logra un refinado perfecto para que sea suave v delicado al comerlo.

Cristalizamos el chocolate de forma manual sobre mármol, llevándolo a una temperatura superior a los 45 °C

para que libere sus cristales y brillo.

Luego lo trabajamos a una temperatura de 16 °C para poder desmoldarlo y lograr una barra de chocolate cruiiente.

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Por último, envasamos nuestro chocolate de forma manual, uno a uno, con mucho cuidado para que luego sea disfrutado al máximo.